Prolongada hasta el 25 de octubre, la exposición Chemin de Roses (Camino de Rosas), de Frédérique Nalbadian, se integra con mucha poesía en el Pavillon de Vendôme, que solía ser el nido de los amores prohibidos de Louis de Mercoeur con su dama Lucrèce de Forbin-Solliès. 

Estamos recibidos por una bóveda de rosas suspendidas. Suspendidas como el tiempo que llega a paralizarse en su yeso. Hacen éco a las gypseries propias al Pavillon : unas frutas y flores modeladas según la tradición de Provence, con la delicadeza de un encaje. Sin lugar a duda, contemporáneo y patrimonio juegan de la mano y parecen fusionar en algunas esculturas cerca de derretirse, como a punto desaparecer…  Huelen delicioso. ¡Están hechas de jabón!

El jabón se moldea y se diluye a la medida, prestándose perfectamente al trabajo in situ de la artista que hace hincapié a su estuche del siglo XVII. Quizás ése sea el objetivo más allá del trabajo en los materiales. Lo confirma la maravillosa mise en abyme con los retratos del Pavillon a través de un juego geométrico cuya transparencia está esparcida de rosas con hoja de oro. 

Sin embargo, el jabón no deja de sorprender en forma de columnas trenzadas. Resulta que  llega a impactar realmente en su forma la más natural, caído al azar en una base que destaca de la tapicería de la pared.

¿Intervenir o no? ¿Preservar o sencillamente observar? Parece preguntar os Frédérique Nalbadian. La Historia al igual que la historia de amor tienden a dejar huellas cada vez más borrosas…. Al menos de ponerlas bajo una campana de cristal, partido tomado por la artista para ciertos símbolos : el sombrero de cardenal para la Historia y una rosa para la historia.

Aquellas consideraciones no alteran la ligereza del jabón que revive a la bella Lucrèce en su estela. 

Bajo las arcas olfativas, el amor avanza en secreto. 

Exposición « Chemin de Roses » en el Pavillon de Vendôme 13 rue de la Molle, 13100 Aix-en-Provence 

A propósito del Pavillon ver también « Es una locura »

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